No nos damos cuenta de ello, pero todos tenemos un ego al que confundimos con nosotros mismos. Se asienta en nuestra mente y nos confundimos con ella, y con él. Sin embargo no es éste el yo que verdaderamente somos. Ni es tampoco nuestra mente todo lo que somos.
Este “yo personal”, al que tú habitualmente llamas “yo”, o Pepe, María, o Juan…etc, es tan sólo un concepto al que tú le otorgas realidad. Pero es una ilusión. Ese concepto de lo que eres y de lo que otros son, es simplemente una creencia. Una mera opinión de lo que Tú eres, o los demás son, sin serlo. Esa entidad ficticia, que sólo existe en tu mente y que tu defiendes o que atacas en los demás, sin siquiera saberlo. Es lo que denominamos el ego.
Tu ego por tanto, no es una entidad física, sino una creencia de lo que piensas que eres. Es un estado mental que has construido sobre ti y que va cambiando contigo. Tú lo defiendes porque desconoces su existencia en ti y el daño que te hace. Lo confundes contigo. El ego ocupa la porción inferior de tu mente, y se constituye en una entidad energética que presiona por su alimento: los malos pensamientos y bajas energías de todo tipo. Parece querer lo mejor para tí, pero no es verdad. El ego crece y se alimenta del odio, que es una de las muchas caras del miedo (el miedo es ausencia de amor). Y donde hay amor no puede haber miedo, ni tampoco ninguna otra emoción negativa. Tu ego crece mediante las bajas vibraciones que sientes, miras o promueves. Tu Espíritu en cambio, se suelta de su coraza egoica cuando vibras con la fuerza del amor.
Como tú le das mucho valor a tu creencia en el ego, lo haces importante, y él se hace presente para ti y parece ser cierto, real, pero te aseguro Tu no eres eso que crees ser. Eres mucho mas que tus pensamientos o tus creencias de lo que te han dicho que eres, y que lo que tú mismo has construido duramente. El ego es la personalidad que has recibido y forjado para ti mismo, a partir de tu predisposición kármica, tu herencia genética, las enseñanzas de tus padres, familiares, profesores, amigos, etc… El ego es, por así decirlo, tu respuesta al mundo que has ido conociendo desde niño. El es tu castillo, tu refugio, el ser que -erróneamente- crees ser.
El ego es un yugo que cargas desde que naces hasta que alguien te enseña su presencia en ti. Es como un carcelero que va dando forma a tu carácter, moldeándolo desde el nacimiento a la muerte, y que se muestra ante los demás mediante tu forma de ser y pensar que estará basada en tus experiencias, creencias y conocimientos acerca este mundo que ves, el mundo del ego. Es el caballo negro que tira de tu carruaje si no lo descubres, ¡¡y no te dejará escapar fácilmente!! Créeme que liberarte de él, ¡es nuestro trabajo aquí en el mundo!
El ego es un yo falso que pretende sustituir –y lo consigue- a tu Yo Profundo, el cual es tu verdadero Yo. Es el otro caballo, en este caso blanco, que tira de tu carruaje. Recuerda el mito del aúriga de Platón. Probablemente tampoco lo conoces, pero tu “Yo verdadero” es tu ser auténtico, el que tú realmente eres. No es modificable, pues ya es perfecto. Él es tu Espíritu, el cual ha decidido por alguna razón manifestarse mediante un cuerpo, como medio de interacción con el mundo físico. Lo mejor que puedes hacer es dejarte guiar por él. Todos y cada uno de nosotros, somos seres espirituales, seres luminosos auténticamente perfectos. No hay nadie mejor, ni peor, ni bueno, ni malo… pero jugamos con el ego a todo eso. No somos seres físicos, y el cuerpo es tan sólo un vehículo de expresión, como un guante que nos enfundamos para poder tocar este mundo. Somos energía, somos Amor. Olvidar esto nos ha costado muy caro. Nos ha costado el Cielo.
Las relaciones humanas se pueden establecer a través del ego o del Espíritu, pero normalmente se hace a través de los dos. Lo ideal es relacionarse sólo con el Ser Que Somos, el Espíritu, pues Todos Somos Uno. Pero muchos se relacionan solo a través de su ego. Los puedes ver todo el día en la TV, en la calle, en el cine, el la literatura… El ego es un buscador de experiencias y siempre tratará de arrastrarte por nuevos caminos en busca de fama, dinero, sexo, poder, lujos, y todo tipo de experiencias mundanas. Pero aunque obtengas todo ello, nunca encontrarás la paz fuera de TI Mismo, de tu Espíritu. La meditación es un camino a tu Espíritu, pues consiste en observar y hacer callar la voz del ego que habla siempre en tu cabeza. Con su cháchara interminable te entretiene y mantiene alejado de su control sobre ti. Pero la meditación lo desarma, sobre todo si reconoces la existencia del ego en ti.
El ego tiene muchas caras, muchos disfraces porque es un embaucador. Te ha embaucado durante muchos años, porque está en tu mente y conoce todo lo que tú conoces, pero tú no lo conocías a él. Hasta hoy. El es tu demonio interno, que se sube a tu hombro y te aconseja utilizando los juicios y el miedo para que le sigas en sus planteamientos separatistas con respecto a tus hermanos. Su existencia dio lugar a la fábula de la expulsión del Paraíso. No es broma, perdimos el cielo al elegir seguir al ego.
Para relacionarte bien es básico identificar a tu ego e ir abandonándolo progresiva y definitivamente. El se disfraza de tu valedor, cuidador y protector frente a los demás, pero es todo lo contrario. Es un áspero juez que te condenará junto a los otros, a los que utilizará para descargar sus culpas como si fueran chivos expiatorios. “Los demás son los malos“, te dice, pero es otra mentira de tu ego que te has creído hasta ahora. No creas más en sus juicios sumarísimos. Todos Somos Uno y ellos son Tú, si los condenas te condenarás a ti mismo. Si los perdonas obtendrás la libertad de Espíritu que anhelas y buscas sin saberlo en los múltiples paraísos sin fin que te propondrá tu ego. Hasta que pierdas todo tu tiempo en el mundo y necesites volver al mismo para arreglar y componer lo que dejaste mal atado (le llaman karma).
El ego contaminará TODAS las relaciones que establezcas, por muy buenas que sean, especialmente si no lo sabes identificar en ti. Obsérvalo 24h. Cuando aparezca a darte sus consejos o juicios acerca de otros, óbvialo y desentiéndete de él. Recuerda que nunca debes juzgar a nadie, o estarás dando fuerza a tu ego y él te dará su medicina:el dolor. Siempre que te sientas mal en tus relaciones es porque has pensado mal de los demás y has sido pillado por tu ego. El amor siempre da bienestar y felicidad. Comprueba que tu ego tratará de volcar su culpa en otros, para justificar tu sufrimiento. Pero eso se va a acabar cuando lo descubras y cuando te des-identifiques de él. Vigilalo sin cesar y después ríete de tu ego y de sus sugerencias.
Los que no se entregan a las tretas de su ego son libres, porque ven el bien en todos. Son naturales. Son Felices. No juzgan, no critican, no condenan, no atacan y después no se lamentan. Eso se llama Perdón, una vieja palabra incomprendida, que te salvará de los juicios terribles de tu ego, hacia ti o hacia otros. Perdonar es liberarse del miedo que el ego implanta en ti como arma frente a los demás. No seas como “el caballero de la armadura oxidada”, deshazte del miedo y vuelve al amor, reconociendo y desarmando a tu ego. Por cierto, que es un buen libro que te recomiendo para conocer mejor a tu ego.
¿Qué es estar presente?
Las relaciones fluyen cuando el ego está desactivado por mantener constantemente tu vigilancia sobre él. Eso y no otra cosa es estar “presente”, en el aquí y ahora. Tener “Presencia” es observar en todo momento a tu ego. Es cuestión de práctica. Uno es libre y feliz cuando no cae en las garras de su ego. No mantiene intereses ocultos, ni usa las relaciones personales para los intereses mundanos del propio ego.
El ego puede crecer muchísimo si no lo identificamos y erradicamos. Te puede hacer girar en torno a él como a una peonza. Lo comprobarás pronto cuando sepas identificar a otros egos. Ten cuidado. Es muy listo, porque está leyendo esto contigo. El ego está en ti, pero a partir de ahora puedes evitarlo. ¡Cuando lo descubras actuando a través de ti puedes llevarte una gran sorpresa! Después lo confirmarás cuando lo veas en otros, asomando tímida o abiertamente.
Liberarte de él ha sido siempre el fin de las religiones y filosofías de todos los tiempos. Pero el ego se entrometió y las volvió rancias e inútiles. Conocerlo es la clave para entender muchas de ellas y alcanzar el fin que propugnan. No minusvalores esta información que te doy. Por supuesto que no es sólo mía. Es sabiduría de todos los tiempos, la cual yo extraje principalmente de “Un Curso de milagros”. Un libro incomparable, te lo recomiendo. Cuando comprendas a tu ego, lo verás en todas partes, trabajando duramente sobre éste mundo. Alcanzar la liberación quiere decir liberarse del ego, de tu ego.
La leyenda de Narciso es una forma sabia de recordarnos el peligro de vivir enfocados en nuestro ego, atrapados por él. La mayoría de las personas vagan por el mundo en ese estado, por eso se dice que están dormidas. No se disocian de su ego, y es eso lo que trae los problemas. Narciso estaba enamorado de sí mismo, o sea, vivía para su ego. El no lo sabía y, por tanto, se confundía con él: como tú y yo hasta hace poco. Todo lo que hacía Narciso era alabar, cuidar y proteger a su ego, es decir centrase en lo que creía ser. Sin serlo.
Murió ahogado por él, asfixiado de sí mismo, por ser ignorante de Quien Era El en realidad. No busques las relaciones humanas para engrandecerte, experimentar, o proteger a tu ego. Eso te llevará a la ruina moral. Búscalas para tu Espíritu y volarás por cielos maravillosos de Paz. Identificar a tu ego y desentenderte de él te facilitará las relaciones humanas más felices y gratificantes que jamás imaginaste. Nunca pensarás mal de ti, ni por lo tanto de otros. Serás libre como las aves del cielo, y sobre todo…¡feliz!
El ego es el Gran Seductor. Utiliza sus juegos y artimañas para conseguir sus fines, y los blanquea para que parezcan legales o lícitos. Ten cuidado o te engañará. No tengas miedo en tus relaciones, simplemente ama. Ama todo el tiempo, y perdona siempre. Eso desactiva a tu ego, y disuelve sus intereses, a veces recónditos. Sé que esto no es fácil de hacer, pero era porque no comprendías lo atrapado que estabas por tu ego. Ahora ya lo comprendes, y espero que a partir de hoy, te liberes paulatinamente de tu enemigo interno, el invisible e implacable ego. Tu otro yo, que has confundido con tu verdadero Yo.
Gracias por haber llegado hasta aquí y que tengas un nuevo día a partir de hoy.
Carlos de Vilanova